La cocaína es una droga estimulante y adictiva elaborada con las hojas de la planta de coca, nativa de Sudamérica, su presentación tras los procesos de purificación es un polvo blanco e inoloro. Se utilizó en un principio con fines médicos, como anestésico local. Comprobada su toxicidad, dejó de usarse sanitariamente y actualmente es ilegal.
La cocaína usualmente se vende en la calle en forma de un polvo que se conoce en español como “coca”, “nieve”, “doña blanca” o “perico”. Algunos de sus nombres en inglés son “coke”, “C”, “snow”, “flake” y “blow”. Los traficantes generalmente mezclan la cocaína con sustancias como maicena, talco o harina para incrementar sus ganancias.
La cocaína aumenta los niveles de dopamina (un neurotransmisor o mensajero químico natural) en los circuitos del cerebro que participan en el control del movimiento y la recompensa.
¿Cómo se consume?
Por lo general, la cocaína se inhala, se aspira por la nariz o se inyecta, mientras que el crack se fuma.
El consumo de cocaína puede ir desde su uso ocasional a un consumo repetido o compulsivo, con una variedad de patrones entre estos dos extremos. Fuera de su uso para fines médicos, no existe una manera segura de consumir cocaína.
Cualquier método de consumo puede causar la absorción de cantidades tóxicas de la droga, con la posibilidad de que ocurra una emergencia aguda de tipo cardiovascular o cerebrovascular y convulsiones, cualquiera de las cuales puede ocasionar la muerte súbita.
La muerte por sobredosis puede ocurrir la primera vez que se consume cocaína o en forma imprevista más adelante en cualquier momento que se consume la droga. Muchas personas que consumen cocaína también beben alcohol al mismo tiempo, lo cual es especialmente riesgoso y puede causar una sobredosis. También hay quien mezcla la cocaína con heroína, otra combinación peligrosa y fatal. De hecho, es la causa más frecuente de muerte repentina debido a la combinación de dos drogas.
¿Riesgos asociados a su consumo?
Las dosis excesivas de cocaína pueden producir convulsiones, ataque de apoplejía, derrame cerebral o insuficiencia cardíaca. Su consumo prolongado plantea diversos riesgos de salud, algunos de los cuales dependen del método de ingestión. Si se inhala, puede afectar gravemente los tejidos de la nariz; si se fuma, puede provocar problemas respiratorios; si se inyecta, puede producir abscesos y enfermedades infecciosas. También puede plantear otros riesgos, independientemente del método de ingestión, como la dependencia, la malnutrición, la pérdida de peso, la desorientación, la apatía y un estado similar a la psicosis paranoide.
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